30 mil personas se animaron a soñar con un país sin hambre y con justicia social

Por Carlos Fanjul |

Fueron tres días intensos. 30.000 mujeres y hombres dieron lección de orgullo y sueños. 700 organizaciones políticas, sociales y culturales de 680 ciudades del país, que durante muchas horas, se animaron a pensar en país diferente y en un futuro sin hambre, sin pibes muertos por mala alimentación, y, en cambio, con justicia e igualdad para todos sus habitantes

 

El cierre, en pleno centro de San salvador, en el estadio La Tablada, fue el broche para un encuentro que aspira a ser un parte aguas para el campo popular. Victor De Gennaro, el motorizador de la Constituyente Social fue quien con sus palabras puso un punto, que es apenas un punto seguido. “Vernos, querernos, confiar, asumir la conciencia de nuestro propio poder que a pesar de que ellos tratan de quebrarnos de mostrarnos solos o alentando secundarias divisiones, día a día se trabaja para construir un contrapoder popular”, bramó.

Este es el texto completo del discurso del secretario de Relaciones Institucionales de la CTA, Víctor De Gennaro:

«Cuando hace un año y algunos meses empezamos acá en Jujuy, a mi me cerró anoche totalmente entre lo que decía Nando en aquel momento y lo que nos explicaba Milagro maravillosamente en esa hermosa transmisión de experiencia y de formación popular. En aquel momento Nando decía “Yo no sé muy bien qué es la Constituyente, pero siento que para asumir la responsabilidad de no delegar necesitamos mostrarnos”.

Vernos, querernos, confiar, asumir la conciencia de nuestro propio poder que a pesar de que ellos tratan de quebrarnos de mostrarnos solos o alentando secundarias divisiones, día a día se trabaja para construir un contrapoder popular. Para poder querer hay que verlo y a esta Constituyente había que verla, porque hizo que miles viniéramos de kilómetros y kilómetros a encontrarnos a conocernos, a amarnos, a confiar para enfrentar lo que ayer dijo magistralmente Milagro: hay que enfrentar el miedo, no sólo el miedo que nos dejó la dictadura, el genocidio de hace 516 años y el genocidio de hace poco más de 30.

Ese miedo en las tripas. Para animarnos a enfrentar ese miedo hay que enfrentar el temor a equivocarnos. Hay que enfrentar el temor a perder. Hay que enfrentar el temor a no saber. Pero nos dijo Milagro con toda claridad: “no había contadores pero se administró mejor que eso de Wall Street que está en crisis, no hay arquitectos y se edificaron más de mil casas, había que aprender y se aprendió”.

No se delegó la capacidad de construir nuestro propio poder. Eso es lo que vinimos a hacer a esta Constituyente: vernos, confiar. Estamos organizados en todo el país, desde nuestra historia hasta hoy. Lo mejor de nuestras tradiciones. Estamos acá y tenemos que coagular, tenemos que ser capaces de avanzar. Y lo digo con toda claridad, compañeras y compañeros, porque siento que hoy hemos dado un cambio en la construcción social y política de nuestros movimientos populares y ojalá lo podamos hacer en nuestra Nación sufriente.

Pero ese cambio es el que nos hace sentir el orgullo de lo que somos y de donde venimos y por eso es importante sin lugar a dudas que hoy tengamos distintas manifestaciones de solidaridad con los pueblos hermanos que están luchando por su liberación y por la revolución en América Latina. Vamos a marchar por ellos, vamos a marchar contra la derecha, vamos a marchar contra los golpes, pero compañeras y compañeros, la única manera de defender la revolución del pueblo boliviano y a Evo Morales, o la esperanza de Lugo y lo que crece en Latinoamérica, es que nos animemos y podamos hacer la revolución en nuestra patria y la liberemos definitivamente.

Y acá, compañeras y compañeros, vimos que nuestra experiencia, la de todos, que necesitamos para hacer eso, ser millones. Somos muchos hoy acá, pero somos muchos más afuera del estadio. Necesitamos ir a convencerlos, a buscarlos, abrirles los brazos a las organizaciones sociales, culturales, religiosas, partidarias, a todos.

Porque la política se hace con fuerza de millones. Y para convencerlos de que se puede hay que ganar compañeros. En este escenario se llegó a hablar hasta de socialismo. No hay que tener vergüenza, ya hace más de 150 años, nosotros, los trabajadores, parimos que hay que cambiar este sistema.

Pero compañeras y compañeros, para ir a convencer de que se puede hacer un nuevo sistema social, hay que demostrar que se puede hacer lo más simple, y como dicen los compañeros de la Tupac: en un país de pan y de trigo tenemos que ganar y que no haya ni un pibe menos con hambre en nuestra Patria.

Yo sí creo que podemos decirles orgullosos a nuestras Madres; porque lo hemos visto ayer en las lágrimas de muchos compañeros de aquella generación, de aquel tiempo, cuando vimos cosas increíbles, los que estamos acá podemos decirles a las Madres que podemos tener miedos, dudas, errores, pero que nosotros a nuestros mártires no los honramos solamente

Sirve que tengamos esta memoria con una convicción: Nuestros compañeros, los que lucharon antes que nosotros, como Tosco, Atilio López, Salamanca, algunos que nos acompañaron como Germán o como Rodolfo Walsh, tantos y tantos mártires, siempre los recuperamos por su martirologio, pero también por su lucha, por su proyecto, por su compromiso concreto de no coronar un capitalismo en serio contra el que ellos lucharon y dieron su vida, como nosotros realmente militamos y lograremos cambiar».

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