Juan Pablo Cafiero: «Con la nueva ley intentamos restituirles a los niños la dignidad de su persona»
El ex Embajador de la República Argentina en Ciudad del Vaticano, Juan Pablo Cafiero, quien se desempeñó como Ministro de Desarrollo Social en el 2004, año de fundación del Foro y de sanción de la Ley 13.298 de Promoción y Protección de Derechos de la Niñez en provincia de Buenos Aires, celebra el Encuentro Nacional por la Niñez y deja un fraternal saludo a diez años de aquella gesta.
«Estimado Adolfo Aguirre:
Deseo agradecer muy especialmente esta invitación para recordar estos 10 años de la sanción de la ley que inauguró una nueva etapa en las relaciones entre el estado y el mundo de la infancia y juventud, derogando el sistema del patronato. Una ley que privilegió el consenso y el diálogo, y que por la fortaleza de los movimientos sociales y los actores políticos que asumieron este cambio de paradigma pudo forjar un nuevo concepto que concibió a la infancia con todos los derechos y atributos jurídicos, morales y éticos.
Pero, no deseo hacerme presente de un modo formal ante Uds., sin antes compartir algunas de las reflexiones que motorizaron, además de la práctica cotidiana, un cambio en el horizonte social concreto. Tema que aún sigue en debate, ya que un punto interesante de este diálogo democrático y plural es que su dinámica no tiene un candado de clausura, si no que abre permanentemente a las ciencias sociales y a la acción política y social, la posibilidad de ir progresivamente mejorando la base programática que estableció la nueva ley.
En primer lugar deberíamos tener una mirada que revise el fundamento cultural de estos cambios. Ello urge porque la infancia deposita en la sociedad adulta su patrimonio ético, y de allí participa del proceso de transferencia cultural entre generaciones. Pero, es indudable, que sobre la infancia opera una coacción por la que sus proyectos quedan muchas veces despreciados o tomados de manera pueril. Por este déficit, la contribución vital de la infancia queda muchas veces enmudecida.
El riesgo es que aún con la nueva ley y las nuevas propuestas se siga pensando y articulando políticas dónde se considere que los niños son personas incompletas, que más adelante, en su maduración llegaran a ser personas, cuando contrariamente a ello la base ideológica de la ley es no sólo reconocerlas como sujetos de derechos plenos, si no afirmar que los niños y niñas son ya personas. Y son personas cuyas almas contienen las semillas de todas las ideas y emociones que poseemos, y que para el ámbito familiar o para el de la vida común, sólo se trata de orientar con delicadeza el crecimiento de estas semillas, preservando de manera inviolable esa pureza ética que porta esa generación como motor de un nuevo, amplio y progresivo mundo de expectativas y sueños.
Por ello con la nueva ley intentamos restituirles a los niños la dignidad de su persona, y la responsabilidad de los adultos de reflejar en ellos la prioridad en el cambio de las condiciones de vida, a través de la erradicación de la pobreza, la extensión de la educación y la igualdad de derechos.
En segundo lugar, la ley nos invita a hacernos responsables de la infancia. La política como herramienta, debe percibir que al ingresar al mundo de la infancia, lo hace en el de la civilización, sin distingos que estigmaticen. Hago aquí un homenaje a Eduardo Bustelo quien dedicó su vida a formarnos en esta inteligencia de vincular la responsabilidad de la política con el presente de la infancia. La infancia no es una materia de segunda categoría, es, contrariamente, la primera de la prioridades de toda política de estdo. Hemos visto cuán perversas suelen ser algunas presentaciones públicas de total manipulación de los niños. Hemos escuchado el juramento de algunos de que harán de la infancia el eje de acción, pero los balances distan de ello. La foto en el diario con un niño pobre no significa que ese beso en la mejilla luego le reintegre la dignidad que la familia de ese niño nunca obtuvo. Bustelo veía el degrado de la política en ese afán de caer simpáticos, pero luego reclamar medidas de mano dura con los niños, borrando su dignidad y atropellando su edad sin computar que esa persona sin voz es una persona antes que todo plena de todos los atributos.
Sin embargo, creo que se ha avanzado mucho en este tiempo. Hay nuevas leyes que lo confirman, hay políticas públicas que parten de un piso mucho más alto, estamos más alertas, hay redes de infancia para combinar políticas y estar movilizados. Resta seguir por el cambio y ampliar los bordes de este debate por la humanidad de la infancia. Queda también hacernos responsables por el otro. Eva Perón en “La razón de mi vida” decía:” Creo que cada uno de los hombres y mujeres que componen la humanidad debiera por lo menos sentirse un poco responsable de todos los demás ¡tal vez seríamos todos un poco más felices!”. Y tal vez de eso se trate el trayecto de esta meta: impedir que se mutile la vida interior de los niños cuyo rumbo natural es la felicidad.
Las luchas por los derechos de la infancia no son aislados. La infancia es también un motor para los movimientos de derechos humanos y sociales, para enfrentar cualquier práctica que vulnere a los niños y niñas. Por lo que me detengo para hacer un sincero homenaje a la maestra Stella Maldonado, una querida compañera que sintetizó en el ámbito de los derechos humanos, el derecho a la educación y los derechos de la infancia.
Finalmente agradezco a todos los que participaron del dictado de la ley, al gobierno provincial que dio su apoyo político para sancionar la ley, especialmente a quienes con su militancia la han mantenido como letra viva para que sus objetivos se cumplan, como es el caso de Adolfo y de quienes hoy lo acompañan en el Encuentro Nacional por la Niñez.
Un gran abrazo Juan Pablo Cafiero»
Cafiero, en los 90′ fue Diputado Nacional junto a otros dirigentes destacados como Germán Abdala, quienes integraron el «Grupo de los 8» en alusión a los diputados que se opusieron a las políticas neoliberales del entonces Presidente Carlos Menem. Luego, se desempeñó como Ministro de Desarrollo Social de la Nación, Ministro de Seguridad bonaerense, Ministro de Desarrollo Humano bonaerense, y como Embajador de la Argentina ante la Santa Sede. Durante su gestión como Ministro de Desarrollo Social, fue uno de los principales impulsores, junto al Foro por los Derechos de la Niñez, de la derogación del Patronato y la aprobación de la Ley 13.298 de Promoción y Protección Integral de Derechos del Niño .