Los niños de los fertilizantes

 

La pobreza y la marginalidad acechan día a día a un gran sector de la sociedad. En los últimos años, en la zona portuaria de San Nicolás, es muy común ver a grupos de niños deambulando, esperando la carga y descarga de fertilizantes, de los grandes buques hacia los camiones, para poder realizar el llamado “barrido” en estos trasportes menores y recoger el fertilizante que queda perdido en sus acoplados. El objetivo es venderlo y obtener por esta tarea algo de dinero.

SanNicolas SanNicolas

San Nicolás, también llamada “Ciudad del Acero” por su histórica acería SOMISA (hoy SIDERAR) o también “Ciudad de María” por la presencia de la Virgen del Rosario que atrae a miles de fieles en una suerte de turismo religioso, es una localidad situada en el extremo norte de la Provincia de Buenos Aires, en pleno cordón industrial. Según ciertos informes, en el año 2013 ingresaron por el puerto de esta ciudad, además de minerales y de otros productos químicos, 1.2 millones de toneladas de fertilizantes, aproximadamente entre el 50 y el 60% de los que se utilizan en nuestro país. Este producto llega a esta ciudad en grandes barcos, y en este puerto se realiza el trasbordo en camiones hasta los silos de acopio donde aguardará hasta ser trasportado hasta su destino final: cualquier punto de nuestra Argentina.

Debido a este movimiento comercial, todos los días al comenzar la carga y descarga, pibes provenientes de barrios aledaños al puerto, de viviendas humildes y carenciadas, de entre los 5 y los 14 años, pertenecientes, en su mayoría, a familias constituidas por hijos numerosos, y padres casi ausentes absorbidos por la necesidad del trabajo precarizado, “hombrean” distintas bolsas para procurarse un sustento.

Devenidos generalmente en changarines que no conocen de fines de semanas ni feriados, buscan ayudar en familias donde la figura de las madres sólo intenta el milagro de multiplicar los panes para alimentar las panzas vacías para calentar los corazones carentes. En este contexto, estos pibes tienen casi la obligación de contribuir con un equilibrio que se sostiene casi mágicamente en cada hogar: el de generar un peso para poder comer, para lo cual comienzan su particular negocio: barrer los camiones para conseguir la mayor cantidad de esas perlas de fertilizante, luego embolsarlas y salir a ofrecerlas a comercios del rubro: forrajerías y viveros, entre otros.

Sin embargo, este fertilizante que ellos manipulan es tóxico para el ser humano y su medio ambiente, la salud se deteriora con su contacto, con sólo aspirarlo, tocarlo asiduamente o ingerirlo ya diluido a causa del ingreso de estos a las napas de agua. Debido a la imposibilidad de acceder  a datos oficiales, sólo se conocen los provistos por encuestadores del V.I.D.A (Vecinos Integrados en Defensa del Ambiente) de San Nicolás, que han relevado esa zona. Su estudio arrojó el resultado de aumento en los casos de muertes, de niños con enfermedades cutáneas, respiratorias y trastornos gástricos debido a la exposición permanente a este producto.

El relevamiento consiste en  volcar en un mapa de la zona elegida testimonios obtenidos, que se dividen en cruces rojas (casos de muertes) y cruces verdes (casos de enfermedades) se obtuvieron datos preocupantes. Por ejemplo, en una manzana del Barrio Química el cual es aledaño a la zona portuaria, se detectaron 62 cruces rojas, es decir 62 muertes en un parámetro de 10 años, por casos de cáncer de pulmón y estómago, y las enfermedades derivadas también aumentaron exponencialmente”

Cuando se pregunta cuál fue el agente ambiental que pudo haber determinado estas muertes, se remarca que los médicos aún no han arribado a explicaciones certeras que se hayan hecho públicas, pese a que los interrogantes sobre cantidad de casos de muertes de cáncer es algo que no se puede dejar de lado.

En este punto, se abre otra pregunta. ¿Existen leyes que regulen el comercio de venenos y químicos?

“-El Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes tiene por objeto librar al mundo de algunos de los productos más peligrosos jamás creados. Aprobado en 2001 por las Naciones Unidas, este convenio proscribe el uso de 12 plaguicidas y productos químicos peligrosos que pueden matar a las personas, causar daño en los sistemas nervioso y neurológico, causar cáncer y trastornos en el sistema reproductivo e interferir en el desarrollo del niño. Al no tener  acceso confiable sobre lo que se comercializa en estas Empresas, no sabemos qué tan libres estamos de esos 12 venenos, y aunque sí lo estemos de esos, tal vez haya otros,  porque la realidad demuestra que la gente se muere de cáncer y los niños se enferman más de lo normal”, afirma Marcela Herrera, referente de V.I.D.A.

También por los datos mencionados anteriormente se corrobora el abandono que sufren por parte del Estado, lo que se visibiliza en la falta de políticas de salud, ya sea en la prohibición del transporte y acopio de estos productos en zonas urbanas y pobladas, en la ausencia de una atención urgente de los niños que presentan un trastorno incipiente o del abandono de los mismos, que por su edad sólo deberían estar estudiando y jugando.

Se presume que la deserción escolar aumenta año tras año debido a la necesidad de obtener un mayor sustento económico, por poco que sea. Esto prevalece por sobre la necesidad de poseer educación, ya que no se piensa en mandar a los niños a la escuela cuando se tiene hambre, aunque seguramente en el fondo de cada una de esas madres o padres exista el deseo de tener un hijo que el día del mañana sea doctor o ingeniero, pero sólo se resignen al dolor de pensar que eso es cosa de ricos, y sientan que de la pobreza no hay salida.

El actual sistema sojero gobernante ha generado una red de servicios a su disposición para garantizar un macronegocio millonario donde los ricos empresarios  son beneficiados a costa de la salud de la población, salud que se ve deteriorada al entrar en contacto con este “veneno” que todo lo mata. Estas familias son víctimas de ello. El sistema pre armado de “sojización” que se vive en estos tiempos, muestra en este eslabón de la cadena la cara más dura y a su vez más sensible, donde se visualiza una niñez boicoteada, donde los derechos a la salud, a la alimentación, a la educación y a una vida digna están vapuleados y casi deshechos, la diferencia preferencial que se aplica entre las clases sociales se ve a las claras en la posibilidad de acceso a estos recursos. Sólo un cambio de paradigma en nuestra sociedad y por ende en el Estado podrá dar vuelta el destino de estos pibes, para que puedan salir a la calle a jugar e ir a la escuela a aprender, y que el trabajo vuelva a ser cosa de grandes.

 

 

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