En apenas cuatro meses, en el barrio Aeropuerto, Víctor y José de 11 y 10 años se murieron y Mailén, de 8, la está peleando -según dicen los médicos- en “estado vegetativo”. Los tres fueron víctimas de la desidia, la irresponsabilidad criminal y la falta de controles del Estado.
Mailén tiene 8 años pero ya no juega, ni se ríe, ni va a la escuela, ni acuna una muñeca, ni anda en triciclo, ni se pinta las uñas o los ojos, ni canta, ni baila, ni se hace colitas en el pelo, ni se pone pulseras amarillas, rojas y violetas, ni vestidos, ni esa remera rosa que dice “Princess” en manuscrita con el dibujo versión Disney de las princesitas de los cuentos.
Mailén está intubada con daño cerebral y en “estado vegetativo” dicen los médicos. Peleándola, dice la familia, que está firme a su lado esperando el milagro.
Mailén está así desde el 7 de febrero pasado, cuando jugando con una amiga del barrio recibió la descarga eléctrica de un poste de luz en la esquina de 5 bis y 605. La ambulancia nunca llegó, y un vecino la terminó llevando al hospital en su auto. Los vecinos habían realizado más de 30 denuncias, seis meses atrás un perro se murió electrocutado, y apenas sucedido el hecho los bomberos voluntarios informaron que la luminaria electrificaba la zanja de desagües cloacales de toda la manzana, según consta en la instrucción penal iniciada.
Para los responsables, Mailén es una pelota a pasarse unos a otros: la empresa Edelap informó que “interviene hasta los buzones de las luminarias, no sobre las columnas del alumbrado ni su tendido propio”, y que desde 2011 el mantenimiento es potestad del Municipio. Del Municipio comunicaron que “se elevó un pedido de informes para que la cooperativa encargada del alumbrado explique qué ocurrió en ese lugar”. Desde la cooperativa declararon que “nosotros nunca recibimos ningún reclamo”, conjeturando que a lo mejor “los vecinos no hicieron el reclamo en la Municipalidad, que es lo que corresponde, quizás hayan llamado a la empresa de luz”.
O sea: la culpa es de los vecinos por no reclamar “donde corresponde”. Edelap, el Municipio y la cooperativa no tienen por qué andar informándose reclamos entre sí. “Fue un accidente”, concluye el titular de la cooperativa en el gran diario platense.
“A pesar de no saber nadar”
El 14 de octubre de 2012, Víctor y José fueron a refrescarse en el agua de la cantera “El Tucumano II”, ubicada en las calles 619 a 630 y 1 a 118, y murieron ahogados.
Un escueto despacho de Telam al otro día consigna que el hecho sucedió “en un predio cercado y con carteles que advierten sobre el peligro de ingresar a sus aguas”, pero “la cálida temperatura” motivó que los niños “ingresaran al predio y resolvieran meterse en la cantera, a pesar de no saber nadar”.
Otra vez, la información sugiere casi que la culpa es de ellos. Pero lo cierto es que las canteras por ley no pueden tener agua y deben contar con un sistema de drenaje de las pluviales, carteles que informen la prohibición de paso, guardia las 24hs y un alambrado olímpico perimetral.
El responsable es el productor minero, pero es función del Ejecutivo local “controlar la utilización del suelo que realizaran los particulares con sujeción al interés público, urbanístico y ambiental” (art 1 de la ordenanza 9231-01), y tomar medidas para la seguridad de los vecinos. Según el Código de Planeamiento Urbano, las canteras deben ubicarse por lo menos a 500 metros de las viviendas, requisito que tampoco se cumple en este caso. Sin embargo, la Municipalidad ya había inspeccionado el lugar unos meses antes, sin hallar razones para inhabilitarlo.
Eso sí: el 24 de Octubre, diez días después de la muerte de los chicos, le informaron a la empresa que tenía el alambrado roto (acta de inspección nro. UO2217 Unidad de Gestión Ambiental minera).
Mailén, Víctor, José y muchos otros no son víctimas de accidentes, fatalidades o tragedias. Son víctimas de una inseguridad con menos rating que otras, que tiene culpables concretos y golpea siempre a los mismos postergados barrios, pibes y familias. Y que merece una Justicia contundente para que no pase nunca más.
Fuente: La Pulseada