Se vienen tiempos difíciles para la infancia. La oleada pseudo progresista ya paso, y nadie resolvió el crimen del hambre. Sabemos que volverán los pregoneros de la desesperanza, con sus intentos retrógrados de bajar la edad de imputabilidad, estigmatizando niños y jóvenes pobres, culpabilizándolos de una violencia que en verdad arranca desde arriba, que se agrava con la desigualdad. Y Alberto Morlachetti murió. Pero tiene la grandeza de quedarse. Porque Alberto Morlachetti fue un tipo de esos que nunca callan. Que dicen cosas aunque suenen incomodas. Un tipo que dijo lo que pensó y que vivió como lo dijo.
Alberto Morlachetti, ese hombre justo y sabio, repetía que “no habría renovación humana si no nacieran chicos. Hay que confiar en que ellos son como heraldos que traen algo nuevo. Uno podrá pensar que es pensamiento mágico. Y sí, la vida tiene pensamiento mágico y pensamiento científico. La utopía de construir una sociedad más justa tiene mucho de pensamiento mágico”.
Para el Foro por los Derechos de la Niñez, Morlachetti y Carlos Cajade son nuestros antecesores, nuestros referentes, nuestros «abridores de caminos». Con Morlachetti marchamos contra el crimen del hambre y peleamos contra los absurdos intentos de bajar la edad de imputabilidad. Peleamos por una asignación por hijo conscientes de que la medida sola de todas formas no alcanza, y denunciamos el desfinanciamiento de las políticas de infancia, el cierre de hogares y centros de día, entre otras luchas a las que no renunciamos, más allá de las promesas y discursos gubernamentales.
Ahora Morlachetti está con Carlitos Cajade, dos indomables que supieron vivir erguidos, sin traicionar sus principios, y por eso son dos grandes. Por eso no los despedimos, sino que nos los quedamos para siempre. Porque toda vida vale. Porque como Morlachetti también dijo: «Quieren que la vida no valga nada. Una semilla de mijo en un granero. Pero que vayan sabiendo que la dignidad no se mide por el tamaño de los patrimonios, sino por aquellos benditos esperanzados que caminan a través de los siglos detrás de la utopía».
Esta necedad de trabajar en el terreno de la infancia, seguirá entre nosotros y en los que vendrán. Sin duda, este anarquista ganó algunas batallas, y la de las ideas continúa siendo la más importante. Todavía no nos han vencido. Venceremos nosotros con ternura.
Foro por los Derechos de la Niñez, la Adolescencia y la Juventud de la provincia de Buenos Aires